Caterina - Francesco De Gregori
Poi arrivò il mattino e col mattino un angelo
e quell'angelo eri tu, con due spalle da uccellino
in un vestito troppo piccolo e con gli occhi ancora blu.
E la chitarra veramente la suonavi molto male,
però quando cantavi sembrava Carnevale,
e una bottiglia ci bastava per un pomeriggio intero,
a raccontarlo oggi non sembra neanche vero.
E la vita Caterina, lo sai, non è comoda per nessuno,
quando vuoi gustare fino in fondo tutto il suo profumo.
Devi rischiare la notte, il vino e la malinconia,
la solitudine e le valigie di un amore che vola via.
E cinquecento catenelle che si spezzano in un secondo
non ti bastano per piangere le lacrime di tutto il mondo.
Chissà se in quei momenti ti ricordi della mia faccia,
quando la notte scende e ti si gelano le braccia.
Ma se soltanto per un attimo potessi averti accanto
forse non ti direi niente ma ti guarderei soltanto.
Chissà se giochi ancora con i riccioli sull'orecchio
o se guardandomi negli occhi mi troveresti un po' più vecchio.
E quanti mascalzoni hai conosciuto
e quanta gente
e quante volte hai chiesto aiuto,
ma non ti è servito a niente.
Caterina, questa tua canzone la vorrei veder volare
sopra i tetti di Firenze per poterti conquistare.
Poi arrivò il mattino e col mattino un angelo
e quell'angelo eri tu, con due spalle da uccellino
in un vestito troppo piccolo e con gli occhi ancora blu.
E la chitarra veramente la suonavi molto male,
però quando cantavi sembrava Carnevale,
e una bottiglia ci bastava per un pomeriggio intero,
a raccontarlo oggi non sembra neanche vero.
E la vita Caterina, lo sai, non è comoda per nessuno,
quando vuoi gustare fino in fondo tutto il suo profumo.
Devi rischiare la notte, il vino e la malinconia,
la solitudine e le valigie di un amore che vola via.
E cinquecento catenelle che si spezzano in un secondo
non ti bastano per piangere le lacrime di tutto il mondo.
Chissà se in quei momenti ti ricordi della mia faccia,
quando la notte scende e ti si gelano le braccia.
Ma se soltanto per un attimo potessi averti accanto
forse non ti direi niente ma ti guarderei soltanto.
Chissà se giochi ancora con i riccioli sull'orecchio
o se guardandomi negli occhi mi troveresti un po' più vecchio.
E quanti mascalzoni hai conosciuto
e quanta gente
e quante volte hai chiesto aiuto,
ma non ti è servito a niente.
Caterina, questa tua canzone la vorrei veder volare
sopra i tetti di Firenze per poterti conquistare.
Caterina - Francesco De Gregori
Luego llegó la mañana y con la mañana un ángel
y ese ángel eras tú, con dos hombros de pajarito
en un vestido demasiado pequeño y con los ojos azules todavía.
Y la guitarra en realidad la tocabas muy mal,
pero cuando cantabas parecía Carnaval,
y una botella nos bastaba para una tarde entera,
contarlo hoy ni siquiera parece verdad.
Y la vida Caterina, lo sabes, no es fácil para nadie,
cuando quieres saborear hasta el fondo todo su perfume.
Tienes que arriesgar la noche, el vino y la melanconía,
la soledad y las maletas de un amor que se marcha.
Y quinientas pequeñas cadenas que se rompen en un segundo
no te bastan para llorar las lágrimas de todo el mundo.
Quién sabe si en esos momentos te acuerdas de mi cara,
cuando se hace de noche y se te congelan los brazos.
Pero si sólo por un instante pudiera tenerte a mi lado
a lo mejor no te diría nada, sólo te miraría.
Quién sabe si aún juegas con los rizos sobre la oreja
o si mirándome a los ojos me encontrarías un poco más viejo.
Y cuántos sinvergüenzas has conocido
y cuánta gente
y cuántas veces has pedido ayuda,
pero no te ha servido para nada.
Caterina, esta canción tuya la quisiera ver volar
sobre los tejados de Florencia para poderte conquistar.
Luego llegó la mañana y con la mañana un ángel
y ese ángel eras tú, con dos hombros de pajarito
en un vestido demasiado pequeño y con los ojos azules todavía.
Y la guitarra en realidad la tocabas muy mal,
pero cuando cantabas parecía Carnaval,
y una botella nos bastaba para una tarde entera,
contarlo hoy ni siquiera parece verdad.
Y la vida Caterina, lo sabes, no es fácil para nadie,
cuando quieres saborear hasta el fondo todo su perfume.
Tienes que arriesgar la noche, el vino y la melanconía,
la soledad y las maletas de un amor que se marcha.
Y quinientas pequeñas cadenas que se rompen en un segundo
no te bastan para llorar las lágrimas de todo el mundo.
Quién sabe si en esos momentos te acuerdas de mi cara,
cuando se hace de noche y se te congelan los brazos.
Pero si sólo por un instante pudiera tenerte a mi lado
a lo mejor no te diría nada, sólo te miraría.
Quién sabe si aún juegas con los rizos sobre la oreja
o si mirándome a los ojos me encontrarías un poco más viejo.
Y cuántos sinvergüenzas has conocido
y cuánta gente
y cuántas veces has pedido ayuda,
pero no te ha servido para nada.
Caterina, esta canción tuya la quisiera ver volar
sobre los tejados de Florencia para poderte conquistar.
1 comentarios:
Muchas gracias por el esfuerzo de traernos en cstellano estas hermosas letras de ese grande que es Francesco de Gregori
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